domingo, 27 de enero de 2013

El perro de Goya.


La otra tarde hablaba con un amigo sobre las influencias que recibimos de uno u otro autor a la hora de trabajar. A veces la intuición nos mueve a buscar la compañía de afines con los que compartir lo que creemos como unas cuantas verdades en esto de mirar. Si esos encuentros enriquecen nuestro camino, mucho mejor.

Igual pasa con los motivos que nos inspiran. Está claro que nunca creamos de la nada, aún cuando haya que rastrear a fondo en nuestro inconsciente.

He intentado varias veces desmontar un viejo lienzo del 2002 para reutilizar el bastidor. El cuadro nunca llegó a nada y la tela se ha ido apulgarando. A pesar de ello, cada vez que lo intento, doy marcha atrás por no sé qué extraña asociación de ideas. Lo miro y en mi cerebro aparece el “perro semihundido” de Goya.


Inmediatamente busco el cuadro de D. Francisco y me digo que vaya tontería de asociación. La aparente sencillez de esta obra me hipnotiza como a una gran mayoría de mortales y lo que está claro es que, en mi proyecto de cuadro, el perro merodeaba silencioso por mi zona inconsciente. Lo que no recuerdo es que fuera o no en el momento de trazar la horizontal sobre la que aparecen esos trazos arrastrados de tonos tierra sombra.

Como ocurre con el psicoanálisis, a ver si ahora que he sacado este recuerdo a la luz soy capaz de superar mis barreras y desmontar el lienzo de una vez por todas.

Esto es un detalle de mi cuadro, el que no llegó a nada, sólo otro cuadro perdido.


Y esta es la maravilla de “perro semihundido” (1820-1823), óleo sobre revoco trasladado a lienzo, de 131x79 cm. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado.


Las modernas técnicas digitales nos aportarán conocimiento, pero a veces nos restan belleza y misterio. Parece que este enigmático perro no hace otra cosa que mirar dos pajarillos que revolotean encima de unas rocas. El traslado de la pintura mural (localizada en la Quinta del Sordo) al lienzo, con técnicas poco acertadas, hizo que el fondo desapareciese y diera lugar a cientos de interpretaciones que han alimentado nuestra imaginación.

Parece mentira la distorsión que puede acarrear la pérdida, por el camino, del mensaje de su autor, aunque esta vez lo agradezco.

La imagen del cuadro de Goya se ha extraído de Wikimedia Commons.



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