martes, 10 de abril de 2012

Cartel de Feria de El Puerto de Santa María 2004 (1ª parte)

Ocho años atrás, al llegar la primavera, al llegar la feria de El Puerto, parte de mis recuerdos viajaban a otras ferias de las que disfruté antes de vivir aquí. Por supuesto, en ellos incluía descubrir la de El Puerto. Aunque algunos no fueran especiales, unos y otros siempre estaban asociados a situaciones festivas, agradables, distendidas…Hace ocho años, como digo, a esos recuerdos se sumó otro que por lo distinto, por lo polémico y, en su momento, hasta muy desagradable, consiguió ponerse a la cabeza de todos y ya nunca se fue. Cada año, con las ferias, renacen mis vivencias asociadas a ellas; todas más una.

En la distancia, cuando revuelvo papeles, recortes de prensa, todo me parece desproporcionado y lanzo una gran sonrisa. Por entonces, semejante falta de respeto me dejó perplejo.

Por suerte, hubo personas que, con distinto criterio, reaccionaron y no rieron la gracia ni al exalcalde de El Puerto de Santa María, Díaz Cortés, ni a todo el que utilizó el chiste para matar el aburrimiento.

Ahora que la tecnología me lo permite, y porque este es mi blog, recupero gran parte de la información aparecida en medios de comunicación durante aquellos días. Como no encuentro enlaces interesantes en la red, me doy al escaneo, disculpándome de antemano por la calidad del mismo al igual que por la ausencia de una imagen en condiciones del cartel. No se me ocurrió fotografiar el cuadro, como es mi costumbre, y lo que conservo es un cartel de dimensiones imposibles para mi escáner.

De tarde en tarde me pregunto qué habrá sido del cuadro, propiedad del Ayuntamiento. No he vuelto a verlo, no sé si aún me agradaría como cuadro. Sea como sea, en 2004 yo pintaba así. Si alguna persona tiene acceso a él o guarda una foto mejor, estaría encantado de recibirla.

El recorrido quizá se haga un poco largo pero, como dije antes, me apetece.

Sirva para ilustrar esta larga anécdota todo lo que viene a continuación.

¡Buena feria a todos/as!

Esto comenzó un 7 de mayo de 2004.














Las dos imágenes pertenecen al programa oficial de la feria editado para la ocasión por el Ayuntamiento de El Puerto. En la imagen de la derecha se aprecia un poco mejor algunos detalles.





Presentación del cartel de la Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino 2004, dedicada a Castilla y León. El Puerto de Santa María.

Lectura del jurado a cargo de Eduardo Pardo, director de Publicaciones del Ayuntamiento y miembro del jurado.

Resto de los miembros del jurado: Juan Gómez, Presidente de la Academia de Bellas Artes; Enrique García Máiquez, Exvicepresidente de la Academia y Javier de Lucas, licenciado en Bellas Artes y conservador y restaurador del Museo.

Como todos ustedes saben este año para elegir el cartel anunciador de la Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino el Ayuntamiento optó por organizar un concurso de motivos, a fin de dar oportunidad a cuanto artista quisiera presentar sus propuestas.

Se realizó además una exposición de las obras presentadas para que todos los portuenses interesados pudieran verlas y, finalmente, el jurado de expertos formado al efecto tomó su decisión que recayó por unanimidad de los miembros del jurado en la obra del joven pintor Alberto Reina Blanca titulada Flores y Vino, que hoy traemos a esta presentación formando el motivo del cartel anunciador de nuestra feria.

No se puede negar que se trata de una propuesta estética que asume algunos riesgos tratándose de un cartel anunciador de la Feria, ya que no ha seguido Alberto Reina el camino de la tradición y de la costumbre a la hora de plasmar un referente de la Feria portuense.

Es cierto que, tal como el título de la obra expone, los elementos escogidos están innegablemente unidos a la imagen que todos tenemos de la Feria; de un lado las flores, elemento imprescindible de la decoración de las casetas y adorno obligado de las mujeres, ataviadas o no con el traje típico, y de otro el vino fino, tan indisolublemente unido a esta fiesta. Pero también es cierto que el tratamiento estético dado a estos elementos por el artista no son los más habituales ni tienen parangón con ninguna de las otras obras presentadas al concurso.

Domina la composición del cartel un espacio aparentemente vacío que supone un desafío a la imaginación del espectador sin dejar de aportar al conjunto de la composición un elemento equilibrador e integrador de las figuras, que ocupan, con timidez, casi unos márgenes en las zonas izquierda e inferior de la obra, quedando sugerida la continuidad de los claveles fuera del espacio delimitado por la misma. Pero si ya de por sí es llamativo el tratamiento de la composición, muy alejada de otras propuestas en las que la multiplicidad de elementos y lo abigarrado de la disposición nos exponen a lecturas extenuantes, no es menos llamativa la técnica empleada a base de veladuras suaves y una pincelada diluida que dan suficiente protagonismo al lienzo soporte de la pintura. El color, en coherencia con la línea interpretativa escogida para la obra, parte de la tradición, de los alberos y la sanguina pero huyendo de la saturación y el contraste y consiguiendo una gran unidad tonal para toda la obra.

Quedan así exaltados en el cartel dos elementos claramente expresados en el título de nuestra fiesta; la primavera y el vino, lo que convierte a la imagen en una expresión exacta de lo escrito.

Pero como no podía ser menos, la imagen va más allá y connota una visión muy concreta de nuestra fiesta.

La composición y la técnica que hemos descrito no hacen sino llevarnos a una propuesta de sentido y visión de la feria que busca el sosiego frente a la agitación, y una alegría teñida de melancolía frente a la alegría explosiva. Es ahí donde reside la originalidad de la obra; en ponernos delante de los ojos una experiencia de la feria, que yo creo que todos hemos vivido, que no es la de la saturación de los sentidos, el colorido abigarrado y la agitación del ir y venir y del baile, sino la de los momentos deliciosos de calma en que podemos aislarnos por un momento del entorno y observar la belleza auténtica y efímera que hay en nuestra Feria, dejándonos invadir por una sensación placentera, aunque fugaz, de armonía y felicidad. En este punto de alegría con su dosis de melancolía derivada de la reflexión sobre lo efímero y pasajero que sugieren el espacio vacío, los claveles desmayados y todo el conjunto del cuadro es donde encontramos la validez, originalidad y calidad estética de la obra de Alberto Reina que, con toda seguridad, será incorporada a la memoria colectiva de las imágenes de la Feria que proporcionan sus carteles, como una visión complementaria pero también necesaria.

...continuará.

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