domingo, 5 de agosto de 2012

Metáfora del ahora.


Hace pocos días colgué en mi muro de facebook dos fotos muy mal tomadas. El encabezamiento decía lo siguiente:

Las fotos mal tomadas a veces nos revelan otra lectura de las cosas. Estos fragmentos de “Marañas” (2008), oscurecidos y un poco siniestros, se convierten en metáfora del ahora.

He añadido tres fotos más. Ahora son cinco. Señal de que la “cosa” no para.









Lo sorprendente de elegir estas fotos no es que las haya recuperado en esta época de incertidumbre, sino que ya en diciembre del 2008 la visión de estos cuadros, sin foto de por medio, me contrariaba.

Releyendo anotaciones de entonces encontré ésta que ilustra lo que digo:


08/12/08 …Siete meses conviviendo entre marañas con irregular intensidad y más de doce si me remonto al principio del hallazgo. Ha sido una relación con días difíciles. Como en las relaciones humanas, ha habido sus más y sus menos, penas y glorias. La cotidianidad ha llevado, a veces, a apagar la pasión con las que las abarqué. Mi otro trabajo también me apartó de ellas por pequeñas temporadas. En definitiva, lo habitual para que una relación se debilite. Pero cuando algo es auténtico lucha por rebelarse, mostrarse con toda su fuerza y encararse con el otro manteniéndole la mirada. Y, como decía, siete meses después mis cuadros y yo nos hemos encontrado… y me he sorprendido.

No es habitual en mi caso poder ver quince cuadros de golpe por la falta de espacio. Esto sólo se da cuando tengo la oportunidad de exponerlos, pero la casualidad ha hecho que me obligue a mostrarlos (…) En mi local que hace las veces de estudio y apiñados, con una luz que probablemente no es la mejor he desplegado el trabajo del último año, en el que destaca un formato de 200x200, al que dediqué parte del verano, y cuatro telas de 100x100. La visión del conjunto me inquietó. Conozco cada uno de ellos palmo a palmo, he crecido con cada pincelada, con cada centímetro de tela que manchaba y con cada dificultad que me planteaban, pero en el día a día de su ejecución no existió la conciencia del impacto que me iban a causar mirando el conjunto. Vi lo que hasta ahora no había sido capaz de ver, aunque intuía la naturaleza impetuosa de algunos.

Advertí cualquier cosa antes que la belleza que en otros me hubiera atrapado. No era eso, no me apaciguaban el alma, al contrario, me la agitaban. De mi boca salía un ¡uff! difícil de explicar. Los miraba con la desconfianza de que, si me volvía de espaldas, algo seguiría acechándome, un grito silencioso para que no los ignore. Desechos de la batalla, instantes trágicos, bocas abiertas, oscuras cavernas, agitación, seres atrapados en las telas, azotados por los pinceles. Era la tormenta que no pasaba y, en medio de ella, seres que no están o que están tan de cerca que se les pilla desenfocados, en su peor momento. Y si no están ellos, al menos, sí aquello que los engulló.

¿Algún momento esperanzador? Quizá. No lo identifico bien aún. Ayer sólo vi pesimismo en mis cuadros. Un futuro que no pinta bien. Demasiadas bocas temblando. Espacios llenos de incertidumbre ¡Tan alejados de los cuadros inmediatamente anteriores! Parecidos pero calmos, en paz, sumidos en un silencio satisfecho. Contrarios.

Aunque cuando lo leí me parecí un poco exagerado, creo que no escogí mal los fragmentos. Será que aquel día la luz artificial era tan mala como las fotos ennegrecidas. 

Por el momento, la “cosa” sigue engullendo todo lo que pilla por delante.

Pincha aquí para leer una bobada anterior al respecto.

Consejo de un buen amigo para cuando las cosas van mal: “tú hazme caso y sigue leyendo a tus místicos, te hará bien”

Saludos desde la bahía. Nos vemos, creo, en septiembre.




No hay comentarios:

Publicar un comentario